Solo siente libertad cuando vuela, estando en tierra es
objeto de burla por el hecho de no tener fuego en su ser, ni una llama que
encienda la esperanza de algún calcinar toda la impotencia que lo carcome y lo
confina en una existencia banal.
La luna le susurró «el fuego está en tus ojos». Lo siento
cada vez que me miras deseando estar más cerca de mí. A partir de ese momento
el dragón no volvió a estar solo y sendas
llamas iluminaban a su enamorada en las
noches más oscuras.
DAYANA RADA
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