de
tristeza o de dolor.
Una
de ellas fuiste tú,
causante
de mis lágrimas
más
sentidas,
esas
que exteriorizan
el
sufrimiento interno,
el
miedo intrínseco,
el
amor que duele en el alma
y
encoge el corazón.
Ningún
llanto se iguala
al
que afloró de mí ser
el
día del adiós definitivo
a
tu cuerpo.
Descansas
en la paz
otorgada
por la muerte,
mientras
yo
vivo
con la evocación
de
tu mirada enamorada,
de
tus caricias en mi piel,
de
tu forma traviesa
y
jovial de amarme.
La
complicidad entre mi soledad,
tu
recuerdo y el insomnio
forman
la trilogía perfecta
para
que en noches sin luna,
mi
alma quede sumergida
en
el llanto póstumo
por
tu pronta despedida.
DAYANA RADA

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